Cuando somos padres y madres tenemos ciertas expectativas con respecto a cómo serán nuestr@s hij@s. Esto se debe a que venimos cargados de experiencias previas que dibujan el imaginario de lo que nos gustaría que nuestro hijo o hija fuera.

Todos hemos sido hij@s previamente y todos venimos de una familia con una identidad propia que ha construido en gran medida aquello que somos y aquello que esperamos de los demás.Esperamos de alguna manera que nuestro hij@ adquiera una serie de valores coherentes con aquello que nosotr@s mismos somos, lo que condiciona el proceso de creación de la identidad de nuestra propia familia. Esto es, en parte, aquello que nos hace diferentes y únicos y se ve representado por nuestros códigos del lenguaje, nuestras aficiones familiares, nuestros hábitos, nuestros comportamientos, nuestra leyes más o menos explícitas etc.

Eso sí; hay veces que en esta creación conjunta de nuestra identidad, introducimos deseos y expectativas hacia nuestr@s hij@s acerca de cómo y quién deben ser respondiendo a nuestras propias carencias y necesidades. Esto, que se produce de forma natural y que espontáneamente nos puede ocurrir a todas las personas, es algo que podemos tratar de revisar para intentar que ocupe un espacio en su justa medida.

En ocasiones, desde nuestras propias necesidades, enviamos mensajes sobre qué y cómo deben ser nuestr@s hij@s, y se nos olvida que son ell@s mismos los que deben encontrar sus propias respuestas a esos interrogantes. Cuando un@ responde a las preguntas: ¿ Quién soy ?, ¿ qué me gusta ?, ¿ Qué necesito ? desde las voces de los padres y madres puede encontrarse en algún momento perdid@ en vidas que no ha elegido y puede resultar doblemente difícil encontrar respuestas que nos hagan sentir satisfechos.

Pamela Valencia (psicóloga clínica)

Si te ha parecido interesante podrías compartirlo...
Share on facebook
Facebook
Share on google
Google
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
Linkedin