Joan Carles Mèlich y Josep María Esquirol conectan con la tradición de pensadores que en momentos de crisis proponen ahondar en la fragilidad como forma de conocimiento
Las consecuencias de la pandemia no solo se miden desde el punto de vista de la crisis económica o sanitaria, sino también de la crisis del espíritu. El historiador Johan Huizinga escribió en 1935 un influyente ensayo Entre las sombras del mañana , antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial en 1939. En él expone la enfermedad moral de su tiempo y reivindica el retorno a lo humano antes de que la barbarie lo consuma todo.
Huizinga se pregunta: ¿no es toda historia humana algo sobremanera precario? Esta pregunta, en cierto modo, ha quedado respondida a lo largo de la historia en la que hombres y mujeres saben, intuyen o perciben que viven en un mundo inestable donde la incertidumbre domina sobre las certezas. La fragilidad, la vulnerabilidad, el desasosiego que tanto nos angustia cuando percibimos que somos débiles ante el mundo son, a su vez, signos de fortaleza para reencontrarnos en un mundo donde el factor humano se encuentra asediado y cada vez más desplazado.
Artículo de Fèlix Riera
Artículo completo en: Lavanguardia.com