Tres especialistas explican las dificultades que acarrea la pandemia en los jóvenes

El impacto de la cuarentena en la adolescencia

En un período en el que salir del hogar es vital, púberes y adolescentes se ven obligados al confinamiento con sus familias. Cómo repercute en ellos esa situación, qué deben tener en cuenta los padres. Lo explican Sara Cohen, Guillermo López y Liliana Szapiro.

–En estos tiempos, muchos adolescentes utilizan las redes sociales de manera casi compulsiva. ¿En estos casos es menos factible que extrañen el “mundo exterior” porque pueden continuar con su mundo de relaciones vía la virtualidad informática como antes de la pandemia?

G.L.:-Ahí hay una diferencia a plantear: una cosa es elegir quedarte en tu casa. Y esto me parece que se produce mucho en jóvenes o púberes que tienen inhibiciones o cierta fobia al contacto con otros, que eligen quedarse encerrados, que eligen no salir. Me pasa que muchos púberes tienen dificultad para ir a una reunión o una fiesta, sobre todo en los primeros años, cuando surge la pubertad. Pero otra cosa es que esto sea obligado. También hay un punto en que no se puede generalizar y decir «los adolescentes». Ahí hay que pensar el caso por caso. Lo que sí es clave es que respecto a esta irrupción que es la pubertad, la irrupción del sexo en el cuerpo, los adolescentes siempre están solos. Hay una soledad frente a esto. Y se las arreglan como pueden, a través de sus fantasías, de la relación virtual o real con sus amigos, a través de algún consejo o algún referente adulto, a escondidas de los padres, ocultos un poco de la mirada parental. La cuarentena trastrocó todo esto. En principio, porque todos se ven forzados a quedarse en sus casas. Ahora, una cosa es elegir esto y otra cosa es que se obligue, obviamente porque está el tema del contagio. El tema es que la cuarentena altera el tiempo, no solamente en los jóvenes. Es como un auto que iba a toda velocidad y tuvo que poner el freno de mano de golpe. Es un tiempo que se detiene y obliga un poco al no contacto físico, Los jóvenes hoy son sorprendidos por la emergencia de lo real del goce en el cuerpo frente al cual no saben cómo responder, no saben qué hacer.

L.S.:– No es que las pantallas están compensando totalmente. No dejan de sentirse solos. Después de haber estado veinte horas con las pantallas no pueden dormir. Y no es lo mismo la pantalla que el contacto con el cuerpo del otro. Entonces, en algún lugar se intenta compensar pero finalmente igual aparece el sentimiento de soledad, tristeza y la ansiedad. Los chicos necesitan abrazarse, tocarse, saltar, hacer pogo. Por otra parte, hay que pensar que los jóvenes también tienen que hacer tareas cuando tienen Internet. Otro tema es cuando no la tienen, cuando se les acaba la posibilidad de Internet, por ejemplo en las villas. Ese es otro tema. Pero los chicos tienen que hacer tareas, no es lo mismo hacerlas de manera presencial que cuando es a través de Internet. Eso también les genera un monto de ansiedad muy grande porque a través de Zoom no tienen muy claro qué es lo que el profesor espera de ellos. Y esa incertidumbre les genera la autoexigencia y muchas veces resulta paralizante. Hay como una hiperpantalla que finalmente los abruma.

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