Carmen Menéndez (Arteterapeuta).- El texto que se presenta surge como reflexión, a partir de la experiencia de un taller de Arteterapia, dentro de un abordaje multidisciplinar, en una UHTR (Unidad Hospitalaria de Tratamiento y Rehabilitación) con enfermos mentales crónicos.
Palabras clave: Arteterapia, Recuperación, aportaciones, rehabilitación psicosocial.
1. ARTETERAPIA: ANTECEDENTES, HISTORIA, BASES CONCEPTUALES
2. CONCEPTO DE RECUPERACION EN LA REHABILITACION PSICOSOCIAL Y
APORTACION DEL ARTETERAPIA EN EL ABORDAJE MULTIDISCIPLINAR
DE LA ENFERMEDAD MENTAL DENTRO DE ESTA TENDENCIA
3. PRESENTACION DE UN CASO CLINICO
4. BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA
Antecedentes:
La Modernidad genera un punto de inflexión en la historia del pensamiento, el arte y la vida. Representa la máxima exaltación de la libertad individual. El arte hasta ese momento estaba atrapado por lo real, abocado a trabajar desde lo figurativo, lo estático.
Al aparecer la Modernidad se hace subjetivo, utiliza la realidad interna, lo singular; transgrede el lenguaje visual formal existente hasta finales del s. XIX. Se inicia la búsqueda de autenticidad de la expresión, que descarta todo lo hecho en arte desde la intelectualidad, explorando los efectos de la creación espontánea y el papel del inconsciente.
Este cambio se ve alimentado por diferentes influencias: divulgación de las artes primitivas y populares, influencia de la estampa japonesa, de importantes descubrimientos arqueológicos y sobretodo, del estudio y reconocimiento del arte infantil y el arte de los enfermos mentales.
También bajo estas influencias aparecen las diferentes Vanguardias Artísticas:
Expresionismo, Fauvismo, Dadaísmo, Surrealismo, Futurismo, Cubismo…Y son los surrealistas los que se plantearan un abierto reconocimiento del arte de los enfermos mentales.
Frente a este cambio de concepción del arte, hay dos posiciones enfrentadas, especialmente apoyadas por los médicos psiquiatras, que en una posición u otra, valoran el mundo de la creatividad y la salud mental.
1. La que lo relaciona con el conflicto mental. Como representativo de esta línea de pensamiento podríamos nombrar al psiquiatra alemán Weygandt (1921) que censura “el descarrío del pensamiento y sentimiento normales, degeneración que contribuye en nuestra época enferma y revuelta a hundir todavía más la dignidad humana” (refiriéndose a pintores de la época como Picasso, Klee, Cezanne,…).
En 1936 se crea “Sanity in Art, Incorporation” para la discriminación del arte moderno acentuando su paralelismo con el arte de los enfermos mentales.
En 1937 el estado Nazi organiza una exposición de Arte Degenerado con obras de Van Gogh, Kandinsky, Klee, Kokoschka, Nolde, Chagall y otros protagonistas de lasvanguardias. Y junto a ellos se presentan obras de enfermos mentales afirmando la patología del arte moderno y la degeneración mental de sus autores.
2. La que relaciona la creatividad con la salud, de la que resaltaremos a los principales precursores: El psiquiatra vienés Prinzhorn, pionero tanto del Arte Psicopatológico como de estudiar y utilizar las propiedades terapéuticas de la creación artística para tratar a los enfermos mentales. Y a partir de 1945 Jean Dubbufet merece el reconocimiento por haber sido el impulsor del Arte Bruto y de haberlo librado del odio y la marginación.
A partir de este momento se empieza a construir la disciplina del Arteterapia que surge del Arte Bruto, el Surrealismo y el Arte Naif.
Historia:
El Arteterapia empezó en Inglaterra a mediados del siglo pasado. Fue posible por la concurrencia de diferentes circunstancias:
Durante La Segunda Guerra Mundial se empieza a considerar el arte como forma de tratamiento terapéutico gracias a Adrian Hill, artista hospitalizado que se decidió a pintar para liberarse de la angustia y del dolor. Finalizada la guerra, en 1946, se convierte en el primer terapeuta artístico que trabaja en un hospital.
Como ya hemos mencionado mas arriba, aparece el interés por las Vanguardias Artísticas y por la pintura psiquiátrica como forma de rebelión contra el academicismo y defensa de la individualidad y la libertad.
Las teorías de creatividad, educación por el arte, los inicios de la psicoterapia de grupo para tratar el trauma de guerra, así como el sustento de la teoría psicoanalítica, serán las que originen esta nueva disciplina que empieza su andadura: A partir de 1947 Margaret Naumburg, Edith Kramer y Marie Petrie se convierten en las fundadoras del Arteterapia en EE.UU. En 1950 tiene lugar en París la 1ª exposición de arte psicopatológico, ese mismo año la americana Marion Millner publica los primeros programas de estudio de Arteterapia. En 1959 varios psiquiatras europeos (principalmente descendientes de Prinzhorn) fundan la SIPE (Sociedad International de Psicopatología de la Expresión).
En 1964 se crea la British Asociation of Art Therapists y en 1966 la Asociación Americana de Arteterapia (AATA). A partir de ahí comienza la publicación periódica más consolidada sobre esta materia, con el Bulletin of Art Therapy, actualmente American Journal of Art Therapy. En 1991 se funda el consorcio de universidades ECARTE (The European Consortium for Arts Therapies Education). Desde 1999 en Gran Bretaña, el Arteterapia cuenta con un status profesional reconocido dentro del servicio de Sanidad.
Bases conceptuales:
Podríamos definir El Arteterapia como una modalidad psicoterapéutica que utiliza el lenguaje artístico y el proceso creador para expresar contenidos y vivencias personales, construir significados y elaborar conflictos psíquicos.
La base conceptual en la que este artículo se inscribe hace referencia a la orientación psicoanalítica y desde este posicionamiento los conceptos de inconsciente, deseo, transferencia, repetición, asociación libre, elaboración psíquica…son esenciales para pensar sobre el acontecer del taller de Arteterapia. Por lo tanto la formación teórica está fundamentada en autores como Freud, Winnicott, Fiorini, Tessa Dalley, etc.
“La terapia artística se halla mas vinculada con los procedimientos de terapia psicoanalítica, puesto que sus métodos se basan en fomentar la libre asociación y la expresión espontánea” (Dalley, 1984).
Además, cabe señalar como otro de los pilares del Arteterapia el arte contemporáneo, con todo lo novedoso que aporta a la visión del arte clásico, tanto en materiales, técnicas y en libertad de expresión, que permiten jugar, explorar, y experimentar sin miedo a “no saber”, a “no ser capaz”.
La dinámica de la práctica arteterapéutica reside en el proceso y no en el resultado final obtenido. No se basa ni en la belleza ni en la calidad artística de la obra. Facilita un lenguaje alternativo, libre de defensas verbales (cognitivas y racionalizadas). Trabaja con lo simbólico, con algo que hay detrás, a través de un lenguaje preverbal: la imagen.
Es un espacio dinámico, relacional, en el que entra en juego la transferencia hacia la obra y hacia el arteterapeuta y la contratransferencia. Se utiliza tanto en sesiones individuales como grupales. Permite construir una narrativa de recuperación: a través de la obra hay la posibilidad de volverse a narrar. El arteterapia, implica una concepción del arte como metáfora, un «como si» (Sara Pain). Y en el recorrido, el arteterapeuta trata de acompañar a la persona que sufre hacia una integración de sentimientos, pensamientos, emociones y recuerdos.
Virginia Woolf en su libro “Una habitación propia” nos habla de la necesidad del ser humano de encontrar un espacio propio de subjetividad, de expresión singular y de reconocimiento de una existencia. El Arteterapia facilita la construcción de ese espacio personal y propio donde poder habitar.
2. CONCEPTO DE RECUPERACION EN LA REHABILITACION PSICOSOCIAL Y APORTACION DEL ARTETERAPIA EN EL ABORDAJE MULTIDISCIPLINAR DE LA ENFERMEDAD MENTAL DENTRO DE ESTA TENDENCIA
Siempre se ha pensado que las enfermedades mentales graves no eran susceptibles de mejora y recuperación, lo que ha generado desesperanza en el enfermo, en su familia y en el profesional.
Esta visión ya no es así. En el siglo XX han habido cambios determinantes. Desde la Segunda Guerra Mundial, cuando desaparecieron los manicomios y se transformaron en comunidades terapéuticas, cada vez más, ha crecido el interés de los profesionales por contemplar a la persona de una forma integral y no sólo centrarse en la supresión de síntomas al tratar a la persona con enfermedad mental.
Específicamente, la aparición del paradigma de la rehabilitación psicosocial de personas con enfermedades crónicas, en la década de los 70, comenzará a centrarse en el aprendizaje de habilidades y en la potenciación de fortalezas, tanto o más que en los síntomas psiquiátricos.
La concepción actual considera a la persona desde lo bio-psico-social, nos invita a considerar a la persona que sufre desde diferentes disciplinas. Esto permite una visión global, una mirada íntegra y múltiple que facilite nuestra contribución en el objetivo común de reducir el dolor de la persona que sufre y ayudar a mejorar su calidad de vida.
Específicamente en el campo de la rehabilitación psicosocial, se inició en los 90 un movimiento que nació en Estados Unidos, precisamente a partir del registro de experiencias relatadas por los protagonistas, por los enfermos que habían conseguido salir o mejorar la enfermedad: El movimiento “Recovery” (Recuperación) que nos permite mirar la realidad desde otra perspectiva.
La experiencia de Recuperación ha sido definida como un proceso personal de aprender a vivir mejor a pesar de los síntomas y limitaciones de la enfermedad. El enfermo pasa de ser enfermo crónico a enfermo en recuperación.
Resalta la importancia de la perspectiva personal del paciente. Valora lo subjetivo: cómo la persona ha mejorado en su vida y cómo ha aprendido a acomodar su enfermedad en su vida ya que el paciente no es sólo la enfermedad. Este movimiento focaliza su atención en la construcción de una narrativa de recuperación de la propia historia personal.
Anthony dice que una persona se puede recuperar incluso con la enfermedad, actuando con síntomas y con disminución de las capacidades. La salud de una persona no sólo depende de la enfermedad, y a la inversa, una persona bien medicada no tiene la garantía de tener una mejor vida. En Recuperación la vida puede ser más rica, más intensa, incluso cuando continúan los síntomas y en condición de cronicidad.
P. Deegan lo define como un proceso, una manera de vivir. Una actitud que envuelve muchos aspectos inciertos, por lo que no se puede predecir. Podría asemejarse a un viaje personal.
A través de este movimiento el paciente adquiere poder sobre su vida, siempre acompañado por compañeros, familia y profesionales.
El profesional cambia de lugar: pasa de ser la autoridad a ser el que aporta el conocimiento, junto con el paciente que aporta la experiencia. En este cambio de rol es importante señalar lo efectivo que es para el paciente que “el otro” le vea, le escuche, crea en él y en la posibilidad de cambio hacia un futuro mejor.
Con esta nueva mirada hay un trabajo común entre profesional y paciente que entraña riesgos, supone que el paciente “como experto” interviene directamente en su tratamiento, supone que en esa experiencia conjunta cabe la posibilidad de fracaso; y también supone aceptar el riesgo como algo con lo que nacemos e imprescindible para experimentar cualquier cambio.
Tiene que ver con crear nuevas maneras de relación. Se ha de partir de una confianza mutua en la tarea común y contemplando la posibilidad de probar, experimentar juntos y cambiar de planteamientos si es necesario, siempre en la búsqueda del objetivo a conseguir.Ese cambio parte de lo que ya existe. Se entra en un espacio nuevo, de búsqueda, de incertidumbre, de experimentación, de prueba; que te conduce a encontrar algo nuevo, diferente a lo anterior. Supone una transformación a partir de un proceso de creación conjunta.
Este proceso permite a ambos conocer más sobre la enfermedad y diseñar desde ahí estrategias para manejarla. El paciente se compromete, es protagonista de su historia, toma conciencia de cómo afrontar la enfermedad y de las dificultades que le generará a lo largo de su vida.
De esta manera el paciente se va identificando con su propia experiencia, que le permite valorar si se encuentra mejor, si reduce síntomas y, posiblemente, se sentirá más dueño de su vida.
La mirada del profesional a la persona es dentro de su narrativa personal, su historia y no sólo desde la enfermedad. Se centra en lo que los pacientes valoran más y la ayuda va dirigida a construir su propio camino.
La persona con enfermedad mental severa sufre por la enfermedad y también por las consecuencias de la misma. Estamos hablando de prejuicios y discriminación del entorno, lo que genera un profundo desamparo, y también el sentimiento de estigma internalizado que parece ser, según su propia experiencia, una de las más significativas barreras para la recuperación.
Los resultados que se pueden analizar son susceptibles de ser validados a través de la evidencia de la narrativa personal y de la visión de los expertos de la experiencia (los que han experimentado la enfermedad y pueden hablar desde dentro).
La tendencia a la recuperación ofrece una forma de abordar la enfermedad que puede abrir caminos mas humanos y filosóficos para trabajar todos juntos en mejorar la vida de aquellas personas que sufren enfermedades severas.
Esta tendencia representa la convergencia de un número de ideas (identidad, biografía, potenciación –empowerment-, autogestión, derechos de las personas con discapacidad, inclusión social, rehabilitación…) que requieren la participación de diferentes disciplinas y profesionales.
ARTETERAPIA. FUNDAMENTACION
Tras presentar una breve introducción sobre el concepto de recuperación, veo necesario profundizar en el trabajo que se realiza desde el Arteterapia y sobre el lugar de esta disciplina en relación a dicha tendencia.El Arteterapia se fundamenta en el potencial terapéutico del proceso creador dentro de un encuadre adecuado. El objetivo es promover dinámicas de trasformación en la persona como sujeto y como sujeto en relación con el mundo.
El Arteterapia no utiliza las imágenes con fines diagnósticos, ya que considera que la persona que realiza la obra es la mejor interprete de sus propias producciones creativas como expresión de su mundo interior. La actividad creativa se utiliza como vehículo que transporta contenidos personales del adentro al afuera, y que vincula las imágenes creadas en el proceso, con su expresión verbal.
Ana Bedouelle, psicoanalista y responsable de un centro de formación de Arteterapia en París, nos dice que a partir de su experiencia de más de 20 años, ha podido constatar que “las patologías en las que el cuerpo ocupa un lugar central, y las patologías en las que la palabra está total o parcialmente ausente, se benefician particularmente del trabajo del taller de Arteterapia, en el seno de equipos pluridisciplinares, donde el trabajo del taller se integra en una reflexión de equipo”.
La creatividad como búsqueda activa de transformación la podemos observar en un taller de Arteterapia a través de la relación que se establece:
. Con el arteterapeuta a través de la transferencia y la contratransferencia.
. Con la obra a través del contenido, de la forma y de la técnica.
. Con el grupo a través de la dinámica de interacción entre los participantes.
Algunos componentes del proceso en Arteterapia:
Proceso creador: El arte desvela, revela y hace visible lo oculto, lo invisible y desde ese lugar, de forma indirecta, se puede hablar de la enfermedad y del sufrimiento.
Han sido muchos autores los que han considerado el proceso creador como un elemento fundamental en cualquier proceso terapéutico:
Steinberg, L (1964) dice que la creatividad es una aptitud con la que el individuo nace, es un rasgo universal: “No es algo mágico, cosa de pocos y privilegiados”.León Grinberg define el acto creativo como el resultado de un proceso durante el cual el individuo debe pasar por estados de “desorganización” temporaria y ruptura de las estructuras establecidas, para reintegrarse luego de una manera diferente (León Grinberg. In Memoriam).
Winnicott decía que en el espacio intermediario entre madre e hijo, ese de los fenómenos transicionales, surgen los procesos creadores. Lo llama espacio potencial.
Héctor J. Fiorini en su libro “El Psiquismo Creador” nos habla de ese espacio potencial como un espacio de terceridad donde se generan los procesos terciarios que movilizan todo el sistema. Es donde ocurren las producciones creadoras que relacionan, ligan y crean formas que vinculan a los objetos que han sido convocados.
En la acción de crear se construye subjetividad. Se evidencia la autoria de imágenes propias, que pasan a formar parte del imaginario biográfico. Que ayudan a crear una continuidad en la narrativa personal y a construir espacios de realidad. Que permite una relectura, donde lo reprimido puede aparecer. Una reescritura de la historia del yo con nuevos significados. Crear es reformular, repensar y rehacer.
El proceso moviliza hacia la expresión elaborada: lo hago, le pongo afecto, le puedo poner palabras al acto, a la emoción y al pensamiento. Permite asociar ideas e imágenes, transformar un material inerte en algo vivo, probar, proponer, experimentar, volver a empezar…
La experiencia vivida permite construir una narrativa de recuperación.
Repetición:
El proceso creador se sitúa entre estar anclado al pasado-la repetición- o proyectarse al futuro- transformación y cambio-. Fiorini habla de que el psiquismo neurótico (repetición) y el psiquismo creador cohabitan en nosotros a lo largo de la vida.
Hablamos de repetición compulsiva, neurótica, que se caracteriza por una negación o ausencia de lo nuevo, ausencia de creatividad, necesidad obsesiva, automática, repetición como instinto de muerte, como vacío interior, sin salida.
Y también como instinto de vida. Ante la repetición obsesiva, existe el deseo de salir de ahí, de encontrar otros caminos: el de la creatividad, el de la transformación.
Repetir como parte de la creación y producción de una obra facilita el despliegue de significados. Repetir, en cualquier acto creativo, es una vuelta a puntos de anclaje y fijación del pasado. La creación es una transformación, es búsqueda de una expresión propia, búsqueda de identidad que te construye, proyecta hacia el futuro y te orienta hacia la cura.
Transferencia/Contratransferencia:
La dinámica relacional en un taller de Arteterapia moviliza tanto la transferencia como la contratransferencia. Facilita proyecciones de la persona que hace la obra y de las que la observan. Activa lo intrasubjetivo y lo intersubjetivo.
La transferencia se crea entre paciente y obra y entre paciente y arteterapeuta. A esto se añade la dinámica grupal, lo que requiere del arteterapeuta una atención, observación y cuidado especial para contener y sostener el proceso terapéutico.
Encuadre:
El encuadre provee de un “continente” que sirve de contención y de límite para las producciones artísticas que construyen “pedazos de identidad”. Favorece un lugar seguro y confiable para “pensarse y hacerse” a través de la obra. Asumir riesgos, atreverse al cambio, mirar hacia dentro, escuchar lo más intimo, aceptar las emociones, negociar significados…
El encuadre, de esta manera, libera a la persona del incremento de tensión y de angustia que le puede proporcionar el trabajar desde el caos inicial (angustia del lienzo en blanco en el artista), además de la angustia de conectar con “contenidos” intolerables o dolorosos.
Facilita la cohesión del grupo a través del diálogo que se crea alrededor de las producciones artísticas.
Lugar simbólico de múltiples encuentros:
Encuentro que resuena de fuera y resuena dentro.
Encuentro entre realidad interna, realidad externa y espacios intermedios.
Entre imaginación y realidad.
Encuentro de sentido para lo inconexo, lo extraño, lo fragmentado, lo nuevo…
De símbolos, de significantes, analogías, construcciones,…Encontrarse en el ”no lugar”, y a través del espacio terapéutico, la realización de una imagen propia y la mirada del otro, poder encontrar un lugar de diferenciación, de aceptación de si mismo y de aceptación de la diferencia del otro.
En el acto creativo las imágenes salen al encuentro, en parte por azar y, en parte, por deseo de transformación. El encuentro con una imagen, una palabra que te ayuda, un encuentro con el otro, genera una multiplicación de significados. Encontrar algo desconocido mío en el encuentro con lo desconocido del otro, de una imagen, de una producción.
Las imágenes expresan un saber condensado (metalenguaje). Hablan a la vez de distintas expresiones, afectos, emociones, símbolos, escenarios, colores, huellas, marcas, ritmos, etc.. Pertenecen a un espacio simbólico y emocional.
La experiencia, según explica Joan Coderch, para que sea terapéutica ha de ser emocional; la comprensión intelectual por sí misma no produce una modificación del estado psíquico, aun cuando debe quedar incluida en tal experiencia emocional.
La imagen, la obra plástica y la palabra:
En Arteterapia se trabaja sobre la producción de imágenes inconscientes. Es una tarea de asociación en imágenes que tiene prioridad sobre la asociación mediante palabras ya que las imágenes – Freud- están más cerca del inconsciente. La imagen puede expresar y representar aquello que no es posible pensar ni decir.
En la puesta en marcha de procesos de creación y vinculación entre la imagen y la palabra se pueden llegar a desvelar contenidos latentes hasta ese momento. La obra artística facilita la conexión entre contenidos conscientes más propios de la palabra y contenidos inconscientes que aparecen a través de la imagen, de las representaciones.
La obra es un puente entre el afuera y el adentro. La acción permite, desde el caos, construir algo con sentido para la persona que lo realiza. La transición es segura, no invasiva. La obra, como objeto transicional (Winnicott), inscribe nuevamente la historia del sujeto, que nombra y se nombra en lo que hace. Una vez fuera, la obra puede reconocerse como algo propio (autoría). Con un poco de distancia, tanto física como temporal, (como el artista mira el cuadro una vez realizado), se la puede mirar, sentir, pensar y transformar.
La imagen representada recoge una historia secreta, implícita, latente, velada; a veces no aparece explícita pero se siente presente.
Es evocadora de lo que falta, de quien falta. Es un lugar para mirar al pasado disociado.
Genera silencios de pensamientos que no quieren o no pueden ser mostrados. Es un encuentro con lo olvidado y un reencuentro con lo que se recuerda.
El paso del tiempo no corre en la memoria inconsciente. El trauma y el dolor del pasado permanecen; pero desde el presente y con otra mirada, la lectura puede ser diferente.
Nuestros recuerdos son imágenes, emociones y sensaciones corporales. Muchos recuerdos significativos se pueden ver, sentir, pero son difíciles de explicar y trasladar al lenguaje.
El juego y la identidad a través de un lenguaje propio:
En palabras de Winnicott (1971): jugar es hacer, el juego compromete al cuerpo, jugar tiene siempre una implicación corporal, implica una acción sobre el mundo y modifica a su vez el mundo interno. El juego simbólico, jugar al » como si fueras» o al “vamos a imaginar que somos artistas”, permite reconocerse como protagonista de su propia historia, empezar a vislumbrar su capacidad para decidir sobre sí mismo.
Según Laing, “Cada producción artística original que realiza el paciente representa, en cierto grado, un aspecto de esa persona. Nadie más puede crear el mismo resultado sobre un papel o una tela… La terapia artística ofrece un área en la que el paciente puede proclamar su identidad y una atmósfera en la que puede ser el mismo… el arte brinda un medio que supone, al mismo tiempo, una comunicación con los demás y una confrontación con uno mismo”.
La obra facilita una descripción subjetiva y emocional que, de alguna manera, se puede recuperar y renombrar. La imagen habla de autoría, de pertenencia, de apropiación,…
Permite transmitir singularidad y autonomía. El hecho de jugar en este contexto, pone en marcha acciones como: reconocer, nombrar, elegir, desechar, diferenciar, identificar, integrar, metabolizar, vincular…
Se ponen en juego las emociones, deseos, resistencias, materiales, miedos, pensamientos, sensaciones… Se activan, se relacionan, se entrecruzan, se superponen, en la búsqueda de un nuevo orden. En búsqueda de sentido.
Arteterapia en el proceso de Recuperación:
Cuando hablamos de personas con enfermedad mental grave, sabemos de su profundo sufrimiento psíquico: obstáculos para la comunicación, alto nivel de angustia, baja conciencia de enfermedad, cautivos de su escisión, sumidos en la tristeza y desesperanza del excluido, sin sustento de realidad, en la servidumbre del otro por no encontrar su yo, abismados en la soledad, el silencio y la desintegración…
Explorar, experimentar y asumir riesgos es una dimensión del Arteterapia que relaciona creatividad y juego. Jugar y representar tiene importantes beneficios terapéuticos y son actos universales en el hombre. Además ni el deseo ni la creatividad están sujetos al paso del tiempo, no tienen edad. Siempre, bajo cualquier circunstancia, albergamos esa capacidad.
En el tratamiento de personas con enfermedad mental, activar procesos creativos en los que se ponga en juego relacionar, integrar, dar sentido,… puede facilitar la construcción de pedazos de la historia escindida; recuperar momentos y personas no recordadas, conformar y restaurar emociones, crear lazos con el pasado, vivenciar el paso del tiempo,… que les ayude a encontrar eslabones perdidos que restauren su biografía, la enriquezcan en experiencias, les genere nuevos horizontes y mayor conocimiento de si mismos.
El trabajo arteterapéutico es una experiencia muy beneficiosa, donde entran en juego muchos elementos: la condensación en la imagen, el desplazamiento, la simbolización, la integración. En el acto de hacer, sentir y pensar se pasa de la emoción al pensamiento y a la inversa. Se puede volver a narrar una historia personal y única que disminuya la escisión, facilite la continuidad existencial y reduzca el sufrimiento.3. PRESENTACION DE UN CASO CLINICO
El paciente que presento tiene 56 años. Le llamaremos Sr. K. Ingresa en febrero de 2008 en la UHTR de una clínica de Madrid, derivado por un centro de Salud Mental. El objetivo del ingreso es comprobar si con un control de medicación y una rehabilitación continuada se puede conseguir algún avance que le permita al paciente vivir de una manera más autónoma.
Su historia narrada brevemente es la siguiente¹: Es soltero, el mayor de cuatro hermanos y único varón. Hasta noviembre de 2007 reside con su madre en un piso de alquiler, pero ésta fallece y se queda solo.
Nace en un pueblo de Salamanca. A la edad de 3 años, su padre emigra a América para trabajar. Según describe su hermana mayor: “la madre era la típica castellana esteparia, donde los afectos apenas estaban presentes…., y el padre, primo lejano de la madre, era una persona más alegre, un busca vidillas…”
Su infancia transcurre en diferentes lugares: Calatayud, Salamanca y finalmente Madrid.
Siempre condicionados por la necesidad de la madre de sacarles adelante ya que, con el paso del tiempo, la esperanza de que el padre vuelva se va difuminando.
A la edad de 12/13 años, el paciente entra en el Seminario (1964-66) y cursa 1º y 2º de Bachillerato. Durante la adolescencia mantiene una relación bastante estrecha con alguna de sus hermanas, lo que al parecer, generaba bastantes celos en la madre.
Estudia hasta COU, también realiza un Curso de Electrónica y Técnico de Imagen y Sonido, llegando a trabajar como técnico electrónico, botones, administrativo; sin permanecer mucho tiempo en ninguno de ellos; siempre sentía mucha presión. Este período (79-80) coincide con el inicio de consumo de hachis y alcohol.
La hermana refiere que el paciente empieza a estar mal aproximadamente a los 23 años.
Su primer ingreso es en 1981. A partir de 1990 comienza el tratamiento en un centro de Salud Mental de Madrid.
El Sr. K refiere que empezaron a verle en Salud Mental en 1980 “porque mientras veía la televisión sufría alucinaciones”. Nunca había tenido televisión, estaba habituado a la radio… La imagen chocaba con el sonido…, esto provocó la esquizofrenia”.
Así también refiere que encontró la religiosidad en el arte y en los evangelios.
Ha tenido varios intentos de suicidio (apuñalamiento en corazón, toma de amoniaco,…) para evitar ser ingresado, auque dice:”ni ahora ni antes he deseado la muerte”.
Ha ingresado involuntariamente unas 18 veces (5 en los dos últimos años) por cuadros maniformes con síntomas psicóticos y conflictos importantes con la familia o el vecindario y con antecedentes de abandono previo del tratamiento. Su madre era un “factor desestabilizador por la actitud negativa hacia el tratamiento y el propio paciente”.
Su enfermedad se manifiesta a través de ideación delirante megalomaniaca, cuadros maniformes (hipertimia, desinhibición, lenguaje vago, tendencia a la abstracción, contenidos filosóficos, psicoanalíticos, científicos, tarot, ideas de referencia aisladas con escasa repercusión emocional).
En el momento del ingreso en la clínica, el diagnóstico es de T. Esquizoafectivo fase depresiva. En la exploración psicopatológica inicial se manifiesta orientado, descuidado, poco colaborador, discurso místico, divagante, inconexo, asociaciones laxas, pensamiento mágico, lentitud motora y verbal. Nula conciencia de enfermedad.
Según el equipo médico, la evolución del Sr. K durante su estancia en la clínica, podría dividirse en 3 fases:
La primera. Altibajos: Poco participativo, aislado en la habitación, se niega a tomar tratamiento, sintomatología mística-religiosa-filosófica, rasgos narcisistas, no conciencia de enfermedad, irritabilidad, heteroagresividad,…
La intermedia. Negatividad: Dificultad de estabilidad clínica, negativa a todos los tratamientos, psicopatología alternante y cambiante, ideación megalomaniaca persistente, personalidad con rasgos querulantes, reivindicativos,…
Ultima fase. Adecuación: Mejora de la conducta, más participativo y colaborador.
“El paciente se define como un artista frustrado, al que no entiende nadie, y menos los psiquiatras”. “Que busca una mujer para convivir, si es que sus hermanas no pueden hacerse cargo de él”. “Quiere volver a casa”.
Evolución del Sr. K en el taller de Arteterapia:
El taller de Arteterapia se desarrolla una vez por semana, con una duración de 70 minutos dentro del centro hospitalario. Propone un abordaje estructurado a partir de la expresión artística, y con el fin de potenciar el proceso creador como motor
transformador, fundamental, en un trabajo psicoterapéutico. Seguidamente veremos la experiencia del Sr. K a través de algunas de sus obras.
La 1ª y 2ª imágenes son de la primera etapa y la 3º imagen es posterior. En el recorrido, transita del caos inicial a una cierta estructura más organizada.
En el proceso se aprecia menos repetición y automatismo. Se permite asumir riesgos, explorar con nuevos materiales. Parece que empieza a hilar todo de manera menos obsesiva. (Imagen 3 y 4)
Al principio usa las palabras de forma automática, inconexa y sin sentido (Imagen 1 y 2). Se las inventa. Las escribe y las dice de forma explosiva, como si no las pudiera contener, como si le dominaran. Parece que la palabra “intelectualizada” le resulta un lugar seguro donde se siente protegido y “camuflado”. Y poco a poco, a través de las obras y de los títulos, conecta cada vez más con lo que le resuena de su historia, de su mundo interior. Hay un intento de comunicar y de sentirse entendido.
Va creando puentes entre la razón y la palabra en un lado; los afectos, la emoción y lo vivencial en el otro. Cuando pone palabras a su obra “Genitalidad” (Imagen 4), habla del deseo, del amor, rescata trozos de sus recuerdos y de sus afectos. Se apropia de partes de si mismo que le ayudan a reconocerse.
Como podemos apreciar en esta última imagen conecta con lo concreto, en relación con la muerte de su madre. Conecta con el dolor que le produce. Lo saca fuera, lo puede verbalizar. Crea puentes entre el afuera y el adentro. Su obra es reparadora y poética.
En su manera de estar en el taller se aprecia un cambio: de la hiperactividad inicial a momentos de concentración y ensimismamiento en la realización de la obra.
Con el grupo también su evolución ha sido positiva. Parece más permeable en la interacción con el otro: más escucha, aporta ideas, valora la producción del compañero, menos invasivo.
Todo el proceso ha estado respaldado por un buen vínculo de transferencia, fundamental para cualquier trabajo en psicoterapia.
Conclusión:
El Sr. K podría haber estado acumulando a lo largo de su vida un discurso teórico e intelectualizado (filosofía, arte, religión, política, psicoanálisis, tarot,…) por su necesidad urgente e imperiosa de dar sentido a lo de dentro, lo fragmentado e inconexo.
Con el deseo vital de llenar un vacío de comunicación con el afuera.
El lenguaje artístico puede ser facilitador de redes que ordenen, den significado e integren los pensamientos, los afectos y las emociones. La creación en sí misma permite sentirse y pensarse. Es un viaje en busca de recuerdos que habiten la memoria, que facilita la construcción de subjetividad y la relación con el otro.
El papel en blanco es una metáfora de la realidad. Se llena de elementos, de color y de forma. Se transforma en carne, en piel,… en huella. El límite del papel contiene lo que hay dentro. Por ser algo físico, que permanece, se puede volver a mirar y releer. Algo del “sí mismo” se ha inscrito en el papel y también se ha inscrito en su autor. Este se apropia de su obra. La obra es reflejo de su creador.
“El psiquismo creador, la pulsión creadora, tiene la capacidad de ensanchar en nuestro psiquismo espacios de trascendencia, libertad y de sentido.” (Héctor Fiorini)
4. BIBLIOGRAFIA DE REFERENCIA
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CODERCH, J. (2002) Teoría y técnica de la psicoterapia psicoanalítica. Barcelona, Herder.
COLINA, F. (2007) El saber delirante. Madrid, Síntesis.
COLL, F., (coord.) (2006) Arteterapia. Dinámicas entre creación y procesos terapéuticos. Murcia, Servicio de Publicaciones Universidad de Murcia.
DALLEY, T. (1984) El arte como terapia. 2° ed. Barcelona, Herder.
FIORINI, H. (2006) El psiquismo creador. Teoría y Clínica de Procesos Terciarios. Buenos Aires, Nueva Visión.
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WINNICOTT, D.W. (1972) Realidad y Juego. Barcelona, Gedisa.
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¹Información facilitada por el equipo de la UHTR de la clínica.