“Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura“. Esta frase se encontraba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia.Resulta curioso cómo a pesar del paso de los años, parece que la “brecha generacional” entre los adultos y adolescentes se mantuviera firme. Como si de repente, el ponerse en el lugar del otro fuera más difícil, hubiera más obstáculos. Sucede, a veces, que la comunicación entre adulto y adolescente se tropieza. Llega una etapa de cambio y de oportunidades.
En cuanto al papel del adulto en la sociedad actual, creo que resulta bastante reconfortante evadir nuestra mirada hacia nosotros mismos y culpabilizar a l@s adolescentes de los comportamientos que les caracterizan, de los rituales que practican, de sus formas de ocio. Como si olvidásemos que esta sociedad que compartimos está constituida por nosotros mismos, por adultos. Olvidamos que les influenciamos, que ocupamos un lugar fundamental en la gestación de los espacios en los que ellos y ellas se desarrollan.Los adultos creamos y votamos las leyes que regulan su educación, seleccionamos el material televisivo, somos los responsables de crear, mantener y transmitir una serie de valores. Somos referentes en todos los aspectos y ell@s reproducen y heredan gran parte de lo que está ahí antes de que puedan ser parte activa en todo ello. Por otra parte, l@s adolescentes ejercen su derecho a expresarse desde su momento evolutivo, y no tanto desde las expectativas de los adultos.Comenzaba denominando “brecha generacional” al espacio que se percibe a través del tiempo entre la etapa del adolescente y la etapa adulta. Quizá esta “brecha”, al igual que las crisis, pueda entenderse como una oportunidad de cambio. Como un espacio que da sentido al crecimiento y desarrollo del individuo.Pamela Valencia (psicóloga clínica).