Pensando la adolescencia hoy. Una perspectiva vincular en psicoanálisis.

Las actuales condiciones de producción de subjetividad: la dispersión, la fragmentación, el desgarro, la desligadura, la aceleración generan una clínica con múltiples formas de sufrimiento. Esto refuerza la idea de considerar Adolescencias en contraposición a la adolescencia como categoría unificante. Algunos pacientes adolescentes padecen angustia de no-asignación, sentimiento de indefensión, inermidad traducidos en pánico o en conductas agresivas e impulsivas, a veces dirigidas hacia ellos mismos a través de las anorexias, bulimias, adicciones, a veces hacia otros por medio de actuaciones y conductas violentas.

En otros jóvenes, el empobrecimiento de la capacidad de fantasear es considerable, el registro de la angustia es ignorado y solo aparece la acción en lugar del pensar. Prevalece la ausencia de la duda, del límite, del síntoma neurótico. Surge una situación traumática desde el afuera a través de las nuevas condiciones del lazo social, y también desde el adentro del adolescente por los cambios corporales, la ebullición pulsional y la variación de la apoyatura en el cuerpo. La ruptura del apuntalamiento en los ideales parentales y el resquebrajamiento de los garantes sociales del conjunto como apoyaturas grupales aportan mayor vulnerabilidad.

En la adolescencia es muy doloroso el trabajo psíquico del reconocimiento de los límites y las diferencias, esta evitación del dolor produce una reducción espectacular de la vida interior y el sufrimiento se aferra al cuerpo somatizando. Por otro lado, el apego compulsivo a la imagen tiene el poder de captar la angustia cargando a los deseos con su intensidad, suspendiendo indefinidamente el darle un sentido. Ejemplo de ello es el zapping en la TV y la adicción a las computadoras.

Un paciente adolescente de 21 años que no estudia ni trabaja, comentaba que para él la TV es como la morfina, le evita sentir dolor y no se entera de nada.

Las consecuencias de este tipo de conductas aparecen en el uso de un lenguaje vacío, las dificultades relacionales y sexuales y los síntomas somáticos, y todos ellos hablan de una incapacidad de representación que perjudica la vida sexual, intelectual, sensorial pudiendo también modificar el funcionamiento biológico.

Es importante también, tener en cuenta el aporte valioso de los medios y la computación como herramientas que pueden llevar al saber genuino, a nuevas formas vinculares, las amistades o parejas que se arman por chat, subjetividades actuales que no son mejores ni peores sino distintas a otros momentos socio-históricos. Qué nos brinda el psicoanálisis para trabajar con estos sujetos insertos en esta época? El objetivo central del psicoanálisis es la investigación del inconsciente, realizar un trabajo de simbolización para reconstruir el argumento de la historia fantasmática. Pero qué sucede cuando la angustia y la incapacidad para representar es lo que prima? Es allí donde como psicoanalistas intervenimos en el encuentro con el paciente para construir una nueva historia y producir inconsciente entendiendo a la psique como un sistema abierto en constante intercambio con el exterior.

Desde la clínica vincular psicoanalítica el otro humano, tiene un lugar fundamental, no solo en los momentos de la constitución sino también en los distintos vínculos transcurridos en la vida. Se vislumbran entonces múltiples orígenes de la construcción del sujeto ya que todos y cada uno de los vínculos producen efecto en la subjetividad.

En relación al adolescente Julia Kristeva aporta un concepto interesante, el de «estructura psíquica abierta» en consonancia con la fluidez y la inconsistencia social.

«Abierta» porque el joven tiene una identidad renovable en la relación con otros. «Abierta» porque cuestiona sus identificaciones y sus capacidades de palabra y de simbolización. Y si bien su psiquismo se abre a lo reprimido, a su vez se produce una reorganización psíquica gracias a un ablandamiento del SuperYo

La adolescencia es un proceso delicado e inestable de subjetivación, que pone en juego una doble transformación, la retransformación pulsional propia del adolescente por sobre la radical transformación del contexto.

En este sentido planteábamos con A. Besozi en otro trabajo que un buen paradigma de la clínica con adolescentes es el del entramado entre los niveles de esta doble transformación, la pulsional y la socio-histórica.

Autora: Lic. Graciela Selener, Miembro Adherente de ApdeBA. Miembro Titular de la AAPPG. Docente de la Universidad de Mar del Plata. Provincia. de Buenos Aires. Argentina

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